El simulacro de renuncia de Fidel Castro ha ocupado las primeras planas de los periódicos del mundo. Empleo el término simulacro, porque es evidente que, aún sin un cargo formal, él seguirá ejerciendo el poder real en la isla.
Por si alguna duda cabía, el discurso de asunción como presidente de Cuba de su hermano Raúl, la despejó definitivamente.
Eso no significa que no pueda haber algunos cambios. Tal vez la renuncia se explique por la resignación del viejo dictador a aceptarlos, aunque sea en dosis homeopáticas, sin dejar en ellos su huella.
Lo cierto es que tarde o temprano cierta forma de flexibilización económica deberá incorporarse, porque el asfixiante estatismo de Cuba se traduce en una economía paupérrima, de bajísima productividad. En efecto, los cubanos reciben del Estado subsidios alimentarios que no le alcanzan ni para vivir 15 días. Para colmo, son discriminados en su propia porque, de hecho, no se les permite entrar en los hoteles y restaurantes frecuentados por turistas, excepto a quienes trabajan allí, los cuales, merced a las propinas de aquéllos pueden atravesar, siquiera, escasamente el umbral de la indigencia para llegar al escalón más bajo de la pobreza. Seguir leyendo «CUBA: La Perestroika puede esperar» →